domingo, 6 de febrero de 2011

DESESPERANZA II

Puntual, como siempre, Camila esperaba la hora acordada. Ella había propuesto verse en algún punto de la ciudad pero él se había negado, le pareció curiosa e inentendible la insistencia de Octavio de pasar a su casa, sin embargo no lo contradijo. Apenas dos minutos de la hora señalada sonó el timbre de su casa. Con la calma de una persona que espera a un amigo de confianza tomó sus cosas y salió a verlo. Todo era informal, no había una razón para disfrazarse como solía decir ella; sería una tarde de café y conversaciones, probablemente, sin sentido alguno.

Se saludaron como si fueras dos amigos que no se han visto en mucho tiempo: hacía apenas tres días que habían hablado por primera vez aunque se habían visto casi a diario los últimos dos años. Él, demasiado caballeroso para lo que ella estaba acostumbrada, abrió la puerta del coche para que subiera, al entrar en el auto comenzó la típica conversación de ¿cómo estás?, que bueno que tenías tiempo, hay que salir de la rutina, te parece si vamos a tal lugar. Al fin llegaron a un café que estaba en el centro de la ciudad, un lugar tranquilo y bastante casual para conversar. Comenzaron con comentarios sin importancia, desde el clima hasta las el por qué nunca se habían hablado; compartieron varias anécdotas, coincidencias, chistes y tantas cosas más que Camila no notó con cuánta rapidez pasó el tiempo. Esa noche al estar en la puerta de su casa despidiéndose, Camila no podía dejar de reír al ver a Octavio dramatizando algunas experiencias. Era un chico tan agradable que se preguntaba cómo no le había hablado antes.

Sin duda sería una gran amistad la que se formará entre nosotros, pensó Camila mientras se preparaba para dormir, era un chico agradable, amable, la hacía reír, pero sobre todo era inteligente, no como los últimos chicos con que salió. Mientras terminaba de lavarse la cara llegó un mensaje a su celular, ¿quién puede ser a esta hora?, al leer el mensaje esbozó una sonrisa: era Octavio agradeciendo la tarde tan amena.

Esa fue su primera salida y como esa fueron varias. La compañía de Octavio era tan agradable que Camila no se dio cuenta de nada hasta mucho tiempo después, el tiempo necesario para no poder dar marcha atrás en sus sentimientos… pero ahora esta noticia la dejaba perpleja, pues esperaba todo menos lo que le acababa de decir…

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