viernes, 21 de enero de 2011

DESESPERANZA I

Ese día todo cambio para Camila. Nunca pensó recibir una noticia de ese tipo… esa noticia.

Desde hacía meses, cada día esperaba que su teléfono sonara con un mensaje de Octavio. Muchos de esos días fueron en vano, otros contenían un breve saludo pero nada de lo que ella esperaba. Muchas veces se prometió que no lo buscaría, que lo dejaría ir; se reclama el que siempre era ella y nunca él quien mostraba interés, un interés que –en el fondo- no estaba segura que en verdad existiera. Nunca cumplía su promesa: al cabo de unos días buscaba cualquier pretexto para saber de él.

Solía tener una vida tranquila, sin presiones o sobresaltos, con lecturas y cafés, amigos y… sí, Camila sabía que esa parte le hacía falta: una pareja. Nunca había sido primordial en su vida tener a alguien, se sentía querida y protegida por las personas que estaban a su alrededor, incluso la tarde que conoció a Octavio no pasó por su mente la idea de que podría existir algo entre ellos. Una extraña coincidencia hizo que saludara y conversara con esa persona que solía ver casi a diario pero que, hasta entonces, no había despertado interés alguno en ella.

- Un día te invitaré un café –dijo ella después de un rato de conversar

- Mejor te lo invito yo. Siempre es agradable tener una bella compañía, más si hay una excelente conversación, como la de hoy –dijo Octavio dirigiéndole una gentil sonrisa.

Intercambiaron sus números telefónicos y se despidieron con la promesa de salir muy pronto. Camila no esperaba que ese día fuera pronto (lo que es más: dudaba que pasara), sin embargo al tercer día recibió un mensaje de Octavio al que ella contestó sin otra intención que cimentar una posible amistad: saldrían esa tarde…