martes, 29 de abril de 2008

PARA INICIAR...

En vacaciones de Semana Santa fui a pasar unos días a la Sierra de Oaxaca, allá donde pasó Dios pero el ser humano llega en burro. Metí en la mochila todos los problemas para dejarlos olvidados en esos parajes y claro fui con la mejor compañía del mundo: un libro. Era LA PARCELA, pero irónicamente me topé ahí con un poema del señor Francisco de Quevedo. Después de leerlo y (re)leerlo me preguntaba como diablos "escucho con mis ojos". Hoy día lo intento pero si tienes alguna sugerencia te lo agradeceré. Debido al impacto que causó en mí he decidido inaugurar este humilde pero bien intencionado diván con dicho poema...

DESDE LA TORRE
Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos pero dostos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.
Las grandes almas que la muerte ausenta,
de injurias de los años, vengadora,
libra, ¡oh gran don Iosef!, docta la imperenta.
En fuga irrevocable huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta
que en la lección y estudios nos mejora.