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jueves, 5 de septiembre de 2024

(Re)Apariciones


Si he de ocupar un adjetivo para describir la (re)aparición de alguien en mi vida hace pocos días es sorpresa; sin duda alguna hay personas que están en tu vida por un tiempo y se van para no volver, otras que están presentes de manera intermitente, algunas más -las menos- que están sin estar y una que otra que se va y vuelve para revolucionar tu mundo... es ahí cuando todo se vuelve inesperadamente sorpresivo.


Estas (re)apariciones nos hacen pensar en aquellos años cuando todo era "fácil" porque se vive al amparo de la dirección de los adultos pero el tiempo es despiadado y la edad (o la realidad) nos alcanza y la nostalgia se hace presente, uno recuerda las ilusiones y metas que tenía cuando se era (más) joven:  recuerdas los buenos momentos y reflexionas en los errores, revisas los objetivos palomeando o replanteando, sientes enojo por ciertas cosas y alegría por muchas otras y (¿por qué no?) evocas viejos amores y (por un muy breve momento) hasta te puedes plantear un escenario de lo que pudo ser.


Mi tarde estuvo invadida por el embriagante perfume de la melancolía, ese que hace que mágicamente  te transportes a un momento específico, y me hizo recordar algunos de mis sueños de esos años y a reflexionar cómo poder conjugarlos con los actuales, es por ello que me encuentro (re)apareciendo en este blog que, aunque abandonado más nunca olvidado, me permite tener un pequeño escape para mantener mi esencia.


Se que las diversas plataformas superan por mucho la capacidad de difusión de las cosas pero por ahora este espacio y un buen café son suficiente para verter mir pensamientos, historias, cuentos, chistes y como lo dice el encabezado: INTENTOS FALLIDOS DE POESÍA Y OTROS MALVIAJES... 


Nos leemos pronto.



martes, 22 de enero de 2019

SACUDIENDO TELARAÑAS...

Hace años (literal) que no me asomo por estos lugares. Pensé que no regresaría pues el mundo laboral me engulló sin tregua pero uno nunca debe perder la esperanza de hacer algo de nuevo, considero que es en parte es tener la verdadera intención de hacerlo y otra, muy importante también, algo (o alguien) que te mueva a hacerlo.

En mi caso está la segunda y siendo honesta me obligo a la primera. Sé que no hay un público muy grande para este blog pero eso no importa mi público más importante soy yo y mi inspiración satisfecha; si por casualidad te pierdes y llegas a este Diván espero que algo te agrade de lo que hay aquí.

Por el momento, empezaré  sacudir las telarañas de aquí, de los textos escritos en diversos cuadernos y por supuesto de mi cabeza para poder regresar.

miércoles, 9 de febrero de 2011

INCERTIDUMBRE


La alegría, el miedo, la duda y todos los sentimientos estaban a flor de piel: se había cumplido el plazo que ambos habían pactado. Desde la misma despedida sólo habían dedicado su vida a esperar el reencuentro…

Aun recordaban cómo vestían esa última vez: él con un traje oscuro, resaltando su alta y elegante figura, una camisa que contrastaba con su tono de piel, una corbata de seda digna de su persona: todo en él era impresionantemente pulcro; ella siempre tan sensual y provocativa, vestía un pantalón blanco entallado y una blusa de gasa que, de no ser por el sujetador, pocas cosas dejaba a la imaginación, las bota blancas que usó esa mañana hacían que ella quedara casi a su altura… la altura perfecta para que sus labios se encontraran al menor movimiento.

Cómo añoraban, uno del otro, sus aromas. Ella solía usar un perfume tan fresco como la mañana, un aroma que despertaba su libido con sólo recordarlo, una fragancia que lo excitaba por demás, pero al mismo tiempo tenía un cúmulo de sensaciones encontradas: ternura, pasión, alegría, melancolía, tristeza, paciencia y desesperanza… Todo eso lograba en él al usar ese perfume, esa fragancia que parecía diseñada exclusivamente para ella pues con nadie más lograría esa amalgama de aroma-personalidad, un olor que era ella.

Él por su parte era un hombre cuya presencia imponía, no necesitaba ninguna fragancia: era alto y moreno, con una mirada penetrante y una sonrisa enigmática, su voz tan profunda y varonil hacía que ella se derritiera al más leve susurro. Su porte era como ninguno pues ella, al sólo verlo, sentía que la sangre le hervía y se estremecía hasta el último rincón de su ser… nunca antes había sentido algo semejante.

La tensión era mucha y en algún momento debía terminar. Habían esperado tanto para ese momento, pero con todo no sabían cómo reaccionaría uno con respecto del otro: sólo se mirarían o se atraparían en un abrazo, quizá se fundirían en el segundo de un beso eterno… ninguno de los dos era capaz de predecirlo. Las expectativas eran muchas y cada una tan improbable como la otra; eran altas para ambos y al mismo tiempo tan lejanas…

¿Sería todo como antes? Recorrer las mismas calles, los mismos lugares, las mismas diversiones, las mismas amistades. Recordar aquellas tardes de cine, café, de charlas interminables, caricias sugerentes; las noches que pasaron juntos entre sábanas, risas, pasionales caricias y planes a futuro… era como vivirlo de nuevo. En el pasado habían tenido la certeza de un reencuentro pero hoy no había seguridad de un mañana, el futuro era tan incierto como predecir un día soleado en una fría mañana de invierno.

Existía una necesidad urgente de terminar con esa lenta agonía, de verse a los ojos y encontrar en ellos el mismo brillo que estaba al despedirse, de repetir esas tardes de íntima compañía… o de pasar como dos personas que apenas se conocen. La duda carcomía a ambos, era desesperante sentir la lentitud con que avanzaba el tiempo, ver cómo los segundos se negaban a avanzar. Pronto terminaría la espera: la llegada de su vuelo estaba próxima…

Esa última tarde en que estuvieron juntos, entre besos y caricias, habían prometido esperar su regreso y seguir construyendo un futuro para los dos. Ella no pudo dejar de escribir una carta para él cada día; él nunca se desprendió de la foto que ella le había dado con un beso en la esquina. Todas esas ilusiones que, a la distancia, se habían formulado: viajes, tardes, proyectos, noches, sueños, mañanas, un futuro que sólo existía en sus corazones, en sus mentes… en el aire.

Pero pronto todo terminaría, el anuncio de la llegada del vuelo 2534 había hecho eco por algunos segundos en su mente. Su pulso se aceleró. La espera estaba por terminar, la agonía era más intensa cada vez pero la opacaban esas ansias locas de verse nuevamente.

Ella se levantó lentamente, tal como había prometido lo esperaba en el aeropuerto. Presa del miedo pero movida por la duda y, en cierta medida, la felicidad tomo dirección a la sala de llegadas. No estaba segura qué encontraría, pero sabía que sería el fin de una larga espera.

Cuando el capitán anunció la llegada, él sintió cómo la sangre recorría todo su cuerpo. Sabía lo que quería encontrar pero no estaba seguro que fuera así. El tiempo y la distancia nunca son los mejores aliados en estas situaciones, lo sabía, pero confiaba en que sería diferente esta vez. Con la calma y seguridad que lo caracterizaban bajo del avión, respirando lenta y profundamente cada vez, pues por dentro algo lo inquietaba: la incertidumbre. Encontró su equipaje y se dispuso a buscarla… sabía que ella lo esperaba.

Lentamente avanzaban cada uno, buscándose, esperándose y quizá, tontamente, aun amándose. Ella atractiva y sensual como nunca; el tan elegante como siempre. Se vieron a la distancia. Sonrieron. Con paso firme y tranquilo avanzaron al encuentro. No perdían de vista los movimientos del otro. Diez metros. Ella era tan hermosa. Ocho metros. Él era tan guapo. Seis metros. No habían cambiado nada. Cuatro metros. Ambos sonreían. Dos metros. Estaban frente a frente…

Se dieron la mano, como dos personas que se aprecian. Hubo un abrazo de bienvenida que duró lo necesario. No había brillo en los ojos o sensaciones que disfrutar ni recuerdos que revivir… Sencillamente dieron la vuelta y cada uno siguió su camino.

viernes, 27 de noviembre de 2009

DE NUEVO LAS GANAS....

...y es que contigo me llegaron de nuevo las ganas de escribir,
las ganas de hacer las cosas,
ganas de soñar, de reir, de salir y disrutar.

No sé quién eres, no te conozco, eres tan lejano a mí
pero aun así te siento cerca,
como parte de mí, como lo que he esperado.

Llegaste por casualidad, como llegan las mejores cosas
y como tal no espero que te vayas,
pues deseo disfrutar el mayor tirmpo posible.

Hay tantas cosas qué decir, pero no sé cómo...
es de las pocas situaciones
en que mi pluma se detiene,
pues tu has atrapado toda la inspiración
contenida en ella...

Eres tú, ahora, quien me guía,
quien dicta lo que debo hacer,
lo que debo seguir...

Y es que contigo me llegaron de nuevo las ganas de escribir...