domingo, 23 de mayo de 2010

CIEGA...

Las cosas eran diferentes. La última vez que colgó el teléfono ella sentía que sus ilusiones se desvanecían, eso que siempre se negó a creer que pasaría se acercaba. Muchos habían vaticinado que sucedería de esta manera pero ella, crédula de él, se negó a ver una realidad tan tangible como el viento...

Estaba rota por dentro. Cómo era posible que esto le pasara a ella, antes de decidir pensó mil y un veces todas las alternativas pero él se oía tan convincente que no pudo más que sucumbir ante su sincera insistencia. Todo había sido maravilloso: las llamadas, los mensajes, las salidas, supresas y detalles... en verdad él la hacía sentir especial. Ella por su parte hacía todo cuanto estuviera a su alcance para corresponder a ese sentimiento de bienestar, de manera casi imperceptible empezó a cambiar so pretexto de ser una mujer a su altura. Pero poco a poco las cosas fueron cambiando hasta que la comunicación se hizo poco eficaz. Aun se negaba a creer que las cosas estaban pasando de esa manera, se negaba a ver esa realidad tan palpable como la sonrisa de un niño…

Ese día al estar hablando con él se dio cuenta que en su tono de voz existía cierta frialdad y lejanía, es cierto que desde hace varias semanas estaba presente la agonía de no saber qué era lo que pasaba pero esta vez fue más notorio. Él no tenía nada que contarle y ella no quiso insistir. En su corazón iba sintiendo una lenta y amarga agonía al pensar que todas sus ilusiones se iban al bote de basura, todos los sueños habían sido en vano; las palabras que él había usado para enamorarla habían sido un castillo de arena que el aire se encargó de desmoronar. Los planes de viajar, de adquirir, de construir una vida juntos no fueron más que un cruel engaño de su parte pero ella no estaba dispuesta a sufrir. La realidad que tanto se había negado a ver ahora era tan cierta como su reflejo en el espejo…

Las cosas serían diferentes a partir de hoy. Sería la última vez que ella colgaba el teléfono pues sabía que sus ilusiones estaban hechas trizas, ahora podía ver que el final estaba saludándola. Lo que muchos habían vaticinado se cumplía, todo lo que ella temía estaba sucediendo convirtiéndose en una realidad tan indiscutible como el hecho de respirar

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